Comúnmente nos referimos a que alguien murió intestado, cuando esta persona fallece sin dejar un testamento donde registre su voluntad de la disposición de sus bienes después de su muerte. El término correcto para referirse a esta situación se le llama sucesión intestada.
Existen 3 escenarios posibles para una sucesión intestada:
- Cuando una persona fallece y no deja un testamento.
- Cuando una persona fallece y si deja un testamento, pero no incluye todos sus bienes o posesiones.
- Cuando una persona fallece y si deja un testamento, pero este es considerado como nulo por alguna razón prevista por la ley.
En esta ocasión hablaremos solo de las personas que fallecen y no dejan un testamento. Al morir intestado la disposición de los bienes del difunto es incierta y en muchos casos, ante la falta de un testamento, la posesión de sus propiedades o bienes entra en litigio y aquellos que se consideren sujetos a heredar estos bienes o posesiones, tienen derecho de iniciar un juicio sucesorio intestamentario, el cual puede ser costoso, largo y generar problemas e incluso desintegración familiar por la falta de acuerdos o consenso del fin último que deben tener estas posesiones.
Estos juicios pueden durar años y dejar a familias en la bancarrota, desunidas y al final es probable que los bienes terminen en manos de quien, el difunto no hubiera dispuesto en vida.
Al final el patrimonio de toda una vida que se forjó con esfuerzo, dedicación y trabajo, y que probablemente se construyó para brindar un sustento a los seres queridos, a falta de un testamento que indique la voluntad del difunto se puede convertir en un problema para los familiares que le sobreviven.
Por eso es importante conforme llegamos a la vida adulta y comenzamos a acumular bienes o un patrimonio, pensar en un testamento que nos garantice que se cumpla nuestra voluntad cuando no estemos.
Para tramitar un testamento es necesario acudir a una notaría con una identificación oficial, su costo es de $1,925 pesos.
